La doble vida en Teherán
Mujeres iraníes: antes y después de la Revolución Islámica. Resistencia al rigorismo religioso y anhelo por el fin del régimen islámico.
En Teherán, la capital de Irán, muchos iraníes, especialmente los jóvenes, viven una doble vida marcada por la tensión entre las estrictas normas religiosas impuestas por la República Islámica y su deseo de libertad personal y política. Esta dualidad se manifiesta en la separación entre la vida pública, donde se cumplen las reglas del régimen, y la vida privada, donde se desafían las restricciones a través de actos de desobediencia cultural y social. A continuación, se exploran reportajes que describen esta realidad, los mecanismos de resistencia y el creciente descontento con el régimen teocrático.
La doble vida en Teherán: Pública vs. Privada
El rigorismo religioso de la República Islámica, instaurada en 1979 tras la Revolución Islámica liderada por el ayatolá Jomeini, impone normas estrictas sobre la vestimenta, el comportamiento y la expresión. Sin embargo, los teheraníes han desarrollado estrategias para preservar su individualidad en privado, creando un contraste entre lo que muestran en público y lo que practican en sus hogares o círculos cercanos.
Restricciones públicas y desobediencia privada: En un reportaje de The Objective (2022), la periodista Ramita Navai describe cómo "mentir es una cuestión de supervivencia" en Teherán. Los jóvenes evaden la vigilancia de la Policía de la Moral organizando fiestas clandestinas en azoteas, escuchando música extranjera prohibida o viendo canales internacionales a través de antenas parabólicas escondidas. Las mujeres, obligadas a usar el hiyab en público, a menudo se lo quitan en privado o lo llevan de manera más relajada en las calles, desafiando las normas. Una residente de Teherán confesó: “Voy a conciertos de heavy metal ‘underground’, no me pongo el velo, me encanta el sexo sin estar casada, soy atea y nunca rezo”.
Muros y privacidad: La periodista Elaine Sciolino, en su libro Persian Mirrors, explica que la división entre lo público y lo privado es una tradición milenaria en Irán, pero se ha intensificado bajo los ayatolás. Las casas en Teherán están rodeadas de altos muros para proteger la intimidad, y en ellas se celebran actividades prohibidas, como bailar o consumir alcohol. Este contraste es especialmente marcado para las mujeres, a quienes se les prohíbe cantar en público o practicar ciertos deportes, pero que en privado desafían estas restricciones.
Cultura underground: Un artículo de EL PAÍS (1996) ya señalaba la existencia de una doble vida en los años 90, con antenas parabólicas escondidas para ver programas occidentales como Los vigilantes de la playa. En 2025, esta tendencia persiste, con jóvenes que acceden a internet mediante VPN para eludir la censura y compartir contenido en redes sociales que desafía la narrativa oficial del régimen.
Resistencia cultural y social
La doble vida en Teherán no es solo una estrategia de supervivencia, sino también una forma de resistencia cultural contra el régimen. Los iraníes, especialmente las mujeres y los jóvenes, han liderado movimientos de desobediencia civil que reflejan su rechazo al rigorismo religioso.
Protestas de "Mujer, Vida, Libertad": Tras la muerte de Mahsa Amini en 2022, asesinada por la Policía de la Moral por no llevar correctamente el hiyab, miles de mujeres en Teherán se quitaron el velo en público, lo ondearon y se cortaron el cabello en señal de protesta. Estas manifestaciones, descritas por BBC News Mundo, marcaron un punto de inflexión, con jóvenes desafiando abiertamente las normas religiosas. En 2024, posts en X muestran a mujeres iraníes caminando sin hiyab en Teherán, portando carteles con el lema "Mujer, Vida, Libertad", a pesar de la represión.
Desafíos cotidianos: En un post de X de 2024, se relata cómo una joven en el metro de Teherán confrontó a la Policía de la Moral por acosarla debido a su vestimenta. Este tipo de actos individuales refleja un cambio generacional: los jóvenes, incluso los creyentes, rechazan el "islam estatal" que los vigila y castiga, según un usuario en X.
Arte y música como resistencia: Los conciertos clandestinos de géneros como el heavy metal o el rap, que critican la opresión, son comunes en Teherán. Artistas como Saman Seydi Yasin, un rapero kurdo, han sido encarcelados por letras que abordan la desigualdad y la represión, pero su música sigue inspirando a los jóvenes.
Deseo de fin del régimen islámico
El descontento con el régimen teocrático ha crecido en Teherán, alimentado por la crisis económica, la represión y la desconexión entre los valores del régimen y los de la población joven, que representa más del 60% de los casi 100 millones de iraníes.
Desilusión generalizada: Un reportaje de The Jerusalem Post (2025) señala que el régimen ha perdido credibilidad incluso entre sus bases tradicionales, como las comunidades rurales de bajos ingresos. La inflación del 43%, el desempleo juvenil superior al 27% y la pobreza que afecta a más del 50% de la población han intensificado el descontento. Las protestas de 2022 y las revueltas previas (2009, 2019) muestran que la población ya no busca reformas, sino el fin del régimen.
Voces desde Teherán: En un artículo de BBC News Mundo (2024), iraníes que participaron en la Revolución de 1979 reflexionan sobre su desilusión. Muchos, como Zibakalam, admiten que buscaban libertad, pero el régimen de Jomeini instauró una teocracia opresiva. Los jóvenes culpan a esa generación por el estado actual del país y cuestionan la legitimidad del régimen.
Sentimiento en redes sociales: Posts en X de 2025 reflejan el rechazo al régimen entre los teheraníes. Un usuario describe cómo los iraníes, incluso los religiosos, "no quieren saber nada del islam que los vigila y castiga", mientras otro destaca que los ciudadanos "desean otra vía" distinta a la teocracia, con derechos individuales. Una turista en Teherán relató en X cómo los locales le confesaron vivir bajo una "dictadura religiosa opresiva".
Aspiraciones democráticas: Según Nueva Sociedad (2024), las protestas de 2022 unieron a clases medias y bajas en un frente común que demanda la disolución del régimen y la instauración de un gobierno democrático. Figuras reformistas como Mir Hosein Musaví, bajo arresto domiciliario desde 2009, han apoyado estas demandas, abogando por elecciones libres y la legalización de partidos políticos.
Desafíos y represión
A pesar del deseo de cambio, los teheraníes enfrentan una represión brutal por parte de la Guardia Revolucionaria Islámica y los basij, las fuerzas paramilitares del régimen. Amnistía Internacional (2025) documenta ejecuciones, torturas y desapariciones forzadas de manifestantes, especialmente de minorías étnicas como los kurdos y baluchis. Las mujeres y las personas LGBTI sufren violencia sistémica, y los juicios son sistemáticamente injustos.
Control social: La Guardia Revolucionaria no solo reprime protestas, sino que infiltra el sistema educativo para adoctrinar a los estudiantes y contrarrestar influencias occidentales. Profesores universitarios han sido reemplazados por miembros de la Guardia, y las asociaciones islámicas en escuelas y lugares de trabajo monitorean la conducta.
Censura y vigilancia: El régimen utiliza la censura en internet y la vigilancia para sofocar la disidencia. Sin embargo, los jóvenes en Teherán eluden estas restricciones con VPN y redes sociales, donde comparten videos de actos de resistencia, como mujeres bailando sin hiyab.
En Teherán, la doble vida es una forma de resistencia frente al rigorismo religioso del régimen islámico. Los jóvenes desafían las normas en privado y, cada vez más, en público, a través de protestas, arte y desobediencia civil. El movimiento "Mujer, Vida, Libertad" y las revueltas recientes reflejan un deseo generalizado de acabar con la teocracia y establecer un sistema democrático. Sin embargo, la represión brutal, la fragmentación de la oposición y las tensiones geopolíticas, como los recientes ataques de Israel, complican el camino hacia el cambio. A pesar de estos desafíos, la determinación de los teheraníes, especialmente de las mujeres y los jóvenes, sugiere que la lucha por la libertad continuará.